Yo también creía que sanar y curar eran lo mismo. Y también pensaba que las dos eran responsabilidad de un médico que, con medicinas, vendría a salvarme de la enfermedad. Pero, con todo el cariño te lo digo: la responsabilidad de nuestra sanación está, única y exclusivamente, en nuestras manos.
Cuando piensas en tu salud, la mayor parte del tiempo seguramente te refieres al ámbito físico. Si no experimentas dolor o malestar, declaras que estás san@, pero si tienes síntomas físicos es indicador de que hay una enfermedad en tu cuerpo.
Aunque esto suene muy lógico, quiero preguntarte, ¿qué significa realmente estar san@ para ti? Pista: no hay respuesta incorrecta.
Durante mucho tiempo, pensé que la medicina tradicional, occidental, podía curarlo todo. Llegamos al punto en que le cedimos la responsabilidad y el control de nuestro bienestar a alguien más o algo más: médicos o empresas farmacéuticas, esperando encontrar la cura a algún malestar.
Indudablemente la medicina está para ello, pero con el tiempo me di cuenta que solo puede curar una pequeña parte del sufrimiento humano, y que necesita complementarse con un proceso más íntimo e interno: la sanación. Sí, sanar y curar son conceptos relacionados, pero no son lo mismo, aunque a simple vista pueda parecerlo. Te hablaré de ambos por separado para reconocer la diferencia.
Quiero contarte que la medicina que nos trata, cuando vamos al hospital, está basada solo en los síntomas, pero jamás se anticipa o nos propone investigar en nuestro interior para resolver lo que nos está desencadenando el síntoma.
La buena noticia es que sí existe un tipo de medicina que lo hace, se llama medicina funcional, y en su filosofía está buscar siempre la causa y la raíz del problema, enfocado en la individualidad de cada persona. De todo corazón te invito a que, si lo has probado todo y nada parece funcionar, lo intentes con la medicina funcional, a mí me devolvió la salud y la ganas de vivir y sobre todo, de vivir sana y con entusiasmo.
Ahora sí, vamos a lo que vinimos aquí. Al hablar de curar, nos referimos a un proceso relacionado con mitigar un dolor en el aspecto físico. Cuando una persona es «curada», ya sea de una gripe, neumonía o de cáncer, es porque ya no hay evidencia de la enfermedad o la probabilidad de que esta dolencia en particular reaparezca.
La base de la curación es un esfuerzo por tratar la enfermedad y eliminar los síntomas. La persona recibe un tratamiento, medicinas o se somete a procedimientos quirúrgicos (antibióticos, quimioterapia, etc); en este caso, usando un recurso externo para curarse.
A día de hoy, la ciencia no ha conseguido la fórmula que cure ciertas enfermedades, para las cuales se han creado tratamientos paliativos (dentro y fuera de la medicina tradicional), buscando minimizar los síntomas. Sin embargo, estos pacientes siempre tendrán la alternativa de sanar.
¿A qué me refiero? Sanar es algo que presenciamos dentro de nosotros mismos. Aquí, parte la idea de ir a la raíz del problema, es decir, la búsqueda por saber y reconocer de dónde realmente pueden originarse las enfermedades o síntomas que padece una persona.
En este proceso se toman en cuenta algunas influencias ambientales o genéticas como, por ejemplo, el estrés, emociones tóxicas, estilo de vida poco saludable y el miedo, las cuales podrían acabar atacando nuestros cuerpos a través de la culpa inconsciente, generando enfermedades.
Te pondré un ejemplo práctico de cómo ambas influyen de la mano, pero de manera distinta en el ser humano. Una persona con adicción al cigarrillo (nicotina) puede terminar gravemente enferm@ de sus pulmones o sistema respiratorio (neumonía, cáncer, etc). El médico trataría estas patologías con tratamientos como antibióticos o quimioterapias; mientras que, para sanar, es necesario encontrar la razón que l@ lleva fumar, sanar la ansiedad, el miedo o las emociones tóxicas que l@ impulsan a tener ese hábito.
Sanar y curar desde tu espíritu
Desde el punto de vista holístico, sanar tiene que ver con optimizar la salud del ser humano, la sanación debe ser completa, tomar a la persona como una unidad entre cuerpo, mente y el espíritu. Puede que no siempre haya una cura para algunas enfermedades, pero aún padeciéndolas, puede haber una sanación que experimentarás como una sensación de paz, de confianza en la vida, así como experiencias amorosas de amigos, familia y comunidad.
De mi experiencia puedo contarte que, en varias ocasiones, pensé que estaba haciendo todo bien. Seguí las instrucciones de los médicos, comencé a comer los alimentos correctos, a tomar los suplementos idóneos y a moverme; sin embargo, todos estos pasos son los adecuados para curar, pero aún no me sentía curada del todo, algo me faltaba; no había logrado sanar.
Debo confesar que aunque me tomó tiempo entenderlo, empecé a descubrir maneras de sanar de adentro hacia afuera y de repente, encontré formas sencillas de volver a estar en contacto con mi yo auténtico, esa chispa que todos tenemos y que nos hace únicos; tan primordial para vivir en armonía y equilibrio.
Si este texto te ha abierto los ojos ante la posibilidad de curarte sanando primero tus más profundas emociones, aquellas que son tan dolorosas, aquellas que no te permiten vivir en paz, aquellas que te enferman, te invito a adoptar los siguientes hábitos. Si a mi me han descubierto un mundo de beneficios y me ha permitido sanar mi espíritu para luego sanar mi cuerpo, seguro a ti también te pueden funcionar. ¡No estás sol@!
1
Tómate un tiempo todos los días para comunicarte contigo mism@. ¿Cómo te sientes? ¿Pasas tiempo haciendo cosas que quieres hacer o cosas que te sientes obligad@ a hacer? ¿Estás satisfech@? Este paso, aparentemente básico, es vital para identificar qué te trae alegría, dónde se encuentran tus pasiones y cómo puedes obtener más de ellas en tu vida. ⠀
2
Escribe un diario, es una excelente manera de hablar contigo mism@ en el papel, te permite tener una discusión desinhibida, lo que a menudo conduce a un momento de revelación que estuvo escondido bajo la superficie todo el tiempo. Los estudios han demostrado que llevar un diario centrado en la gratitud puede incluso reducir la inflamación y mejorar el bienestar mental.
3
Perdona y pide perdón: sanar es perdonar al mundo, a los demás y a uno mismo.
4
Practica la meditación. Este ha sido un paso esencial para reavivar mi espíritu y recuperar la vitalidad que, en un momento dado, había perdido.
Como verás, sanar y curar son dos conceptos diferentes pero que se complementan para alcanzar la plenitud; la salud física, mental y espiritual, y es que no me cansaré de repetirlo, somos seres holísticos. Lo más importante que me gustaría que te conservaras de esta entrada es que no estás condenado a la enfermedad y el sufrimiento, aún cuando parece que no hay luz en la oscuridad, esa luz la encontrarás en lo más profundo y puro de tu ser.
¡S A N A!